Dios te bendiga!!.
Quiero hablarles acerca de la palabra implacable.
Significa que no disminuye en intensidad o esfuerzo—no se rinde, ni se compromete, incapaz de ser cambiado o persuadido con argumentos.
Ser implacable es apegarse a un rumbo determinado.
Que maravillosa descripción del amor de Dios.
El amor de nuestro Señor es absolutamente implacable.
Nada puede entorpecer o disminuir su búsqueda amorosa tanto de pecadores como de santos. David, el salmista, lo expreso de esta manera:
Salmos 139:5,7-8
Quiero hablarles acerca de la palabra implacable.
Significa que no disminuye en intensidad o esfuerzo—no se rinde, ni se compromete, incapaz de ser cambiado o persuadido con argumentos.
Ser implacable es apegarse a un rumbo determinado.
Que maravillosa descripción del amor de Dios.
El amor de nuestro Señor es absolutamente implacable.
Nada puede entorpecer o disminuir su búsqueda amorosa tanto de pecadores como de santos. David, el salmista, lo expreso de esta manera:
Salmos 139:5,7-8
5 Detrás y delante me rodeaste,
Y sobre mí pusiste tu mano.
7 ¿A dónde me iré de tu Espíritu?
¿Y a dónde huiré de tu presencia?
8 Si subiere a los cielos, allí estás tú;
Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.
David esta hablando de las grandes altas y bajas que enfrentamos en la vida.
El esta diciendo, “Hay tiempos cuando soy tan bendecido que me siento levantado con gozo.
En otros tiempos, me siento como si estuviera en el mismo infierno, condenado e indigno.
Pero no importa donde este, Señor no importa cuan bendecido me sienta o cuan baja sea mi condición tu estas allí.
No me puedo alejar de tu amor implacable.
Y no puedo ahuyentarlo.
Tu nunca aceptas mis argumentos acerca de cuan indigno soy.
Aun cuando soy desobediente—pecando contra tu verdad, cuando no aprecio tu gracia—tú nunca dejas de amarme.
¡Tu amor por mi es implacable!”
En un momento bajo, David oro, “Señor, tu asentaste mi alma en un lugar celestial. Me diste luz para que entienda tu Palabra.
La hiciste una lámpara para guiar mis pies.
Pero he caído tan bajo, no veo como pueda recuperarme.
He preparado mi cama en el infierno; y merezco ira y castigo.
Tu eres muy exaltado y santo para amarme en esta condición.”
David había pecado gravemente. Este es el mismo hombre que había disfrutado diariamente de aportación espiritual de consejeros piadosos.
El fue enseñado por rectos hombres de Dios.
El fue ministrado por el Espíritu Santo.
El recibió revelaciones de la Palabra de Dios.
Aun así, a pesar de muchas bendiciones y su vida consagrada, David desobedeció la ley de Dios rotundamente.
Estoy seguro que conoces la historia del pecado de David.
El deseo la mujer de otro hombre y la embarazo.
Entonces el trato de cubrir su pecado emborrachando al esposo, esperando que el hombre se acostara con su esposa embarazada.
Cuando eso fracaso, David mato al esposo.
El confabulo enviando al hombre a una batalla perdida, sabiendo que el moriría.
Las Escrituras dicen, “…Mas esto que David había hecho; fue desagradable ante los ojos de Jehová.” (2 Samuel 11:27).
Dios llamo las acciones de David “un gran mal.”
Y el envió al profeta Natán a decirle, “…con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová,” (12:14).
El Señor entonces disciplino a David, diciendo que el sufriría severas consecuencias.
Natán profetizo, “…el hijo que te ha nacido ciertamente morirá.” (12:14).
David oro el día entero por la salud del bebe. Pero la criatura murió, y David lloro profundamente por las cosas terribles que el había causado.
Todavía, a pesar del pecado de David, Dios seguía persiguiéndolo con su amor. Mientras el mundo se mofaba de la fe de este hombre caído, Dios le dio a David una muestra de su amor implacable.
Betsabé ahora era la esposa de David y ella dio a luz a otra criatura. David, “…y llamo su nombre Salomón, al cual amo Jehová.” (12:24).
El nacimiento y la vida de Salomón fueron una bendición totalmente inmerecida para David.
Pero el amor de Dios por David nunca amaino, aun en la hora de su mayor vergüenza. El persiguió tras David de manera implacable.
Considera también el testimonio del apóstol Pablo.
Mientras leemos de la vida de Pablo, vemos a un hombre empeñado por destruir la iglesia de Dios. Pablo parecía un loco en su odio hacia los cristianos.
El suspiraba amenazas de matanza contra todos los que seguían a Jesús.
El busco la autorización del sumo sacerdote para cazar a los creyentes, para así entrar en sus casas y arrastrarlos a la prisión.
Después que fue convertido, Pablo testifico que aun durante esos años llenos de odio—mientras el estaba lleno de prejuicios y mataba ciegamente a los discípulos de Cristo—Dios lo amaba.
El apóstol escribió:
Romanos 5:8
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros.
El dijo en esencia: “Aunque yo no estaba conciente de esto, Dios me estaba persiguiendo.
El siguió detrás de mi en amor, hasta ese día cuando literalmente el me tumbo de mi cabalgadura.
Ese fue el implacable amor de Dios.”
A través de los años, Pablo estaba aun más convencido que Dios le amaría fervientemente hasta el fin, a través de sus altas y bajas.
El declaro:
38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
El estaba declarando: “Ahora que le pertenezco a Dios, nada puede separarme de su amor. Ningún diablo, ni demonio, ni principado, ni hombre, ni ángel—nada puede detener a Dios de amarme.”
La mayoría de los creyentes han leído este pasaje una y otra vez.
Lo han escuchado predicar por años.
Sin embargo, creo que la mayoría de los cristianos encuentran que las palabras de Pablo son difíciles de creer.
Cada vez que nosotros pecamos o le fallamos a Dios, perdemos todo sentido de la verdad de su amor por nosotros.
Luego, cuando algo malo nos pasa, pensamos, “Dios me esta azotando.
” Terminamos culpándolo de cada problema, prueba, enfermedad y dificultad.
En realidad, estamos diciendo: “Dios has dejado de amarme, porque te falle. Lo disguste y el esta enojado conmigo.”
De repente, dejamos de comprender el implacable amor de Dios por nosotros.
Olvidamos que el nos persigue continuamente en todo tiempo, sin importar nuestra condición.
Todavía aun, lo cierto es, que no podemos enfrentar la vida y todos sus terrores y penurias sin asirnos de esta verdad.
Debemos estar convencidos del amor de Dios por nosotros.
Conozco a muchos ministros que hablan mucho del amor de Dios y libremente lo ofrecen a los demás.
Pero cuando el enemigo viene rugiendo como una fuente a sus propias vidas, son llevados por el torrente.
Caen en un hoyo de desesperación; incapaces de confiar en la Palabra de Dios.
Ellos no pueden creer que Dios pueda aceptarlos, porque están convencidos que Dios se dio por vencido en ellos
Puede que reconozcas este versículo.
A menudo es usado en los servicios eclesiásticos como una bendición.
Usualmente es pronunciado de memoria por el pastor y pocos oidores echan mano de su enorme significado.
Sin embargo, este versículo no es tan solo una bendición.
Es el resumen de todo lo que Pablo le había enseñado a los Corintios acerca del amor de Dios.
Este versículo trata con tres temas divinos: la gracia de Cristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo.
Pablo estaba orando que los Corintios pudieran echar mano de estas verdades.
Creo que si nosotros también podemos comprender estos tres temas, nunca mas dudaremos del implacable amor de Dios por nosotros
El estaba declarando: “Ahora que le pertenezco a Dios, nada puede separarme de su amor. Ningún diablo, ni demonio, ni principado, ni hombre, ni ángel—nada puede detener a Dios de amarme.”
La mayoría de los creyentes han leído este pasaje una y otra vez.
Lo han escuchado predicar por años.
Sin embargo, creo que la mayoría de los cristianos encuentran que las palabras de Pablo son difíciles de creer.
Cada vez que nosotros pecamos o le fallamos a Dios, perdemos todo sentido de la verdad de su amor por nosotros.
Luego, cuando algo malo nos pasa, pensamos, “Dios me esta azotando.
” Terminamos culpándolo de cada problema, prueba, enfermedad y dificultad.
En realidad, estamos diciendo: “Dios has dejado de amarme, porque te falle. Lo disguste y el esta enojado conmigo.”
De repente, dejamos de comprender el implacable amor de Dios por nosotros.
Olvidamos que el nos persigue continuamente en todo tiempo, sin importar nuestra condición.
Todavía aun, lo cierto es, que no podemos enfrentar la vida y todos sus terrores y penurias sin asirnos de esta verdad.
Debemos estar convencidos del amor de Dios por nosotros.
Conozco a muchos ministros que hablan mucho del amor de Dios y libremente lo ofrecen a los demás.
Pero cuando el enemigo viene rugiendo como una fuente a sus propias vidas, son llevados por el torrente.
Caen en un hoyo de desesperación; incapaces de confiar en la Palabra de Dios.
Ellos no pueden creer que Dios pueda aceptarlos, porque están convencidos que Dios se dio por vencido en ellos
Puede que reconozcas este versículo.
A menudo es usado en los servicios eclesiásticos como una bendición.
Usualmente es pronunciado de memoria por el pastor y pocos oidores echan mano de su enorme significado.
Sin embargo, este versículo no es tan solo una bendición.
Es el resumen de todo lo que Pablo le había enseñado a los Corintios acerca del amor de Dios.
Este versículo trata con tres temas divinos: la gracia de Cristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo.
Pablo estaba orando que los Corintios pudieran echar mano de estas verdades.
Creo que si nosotros también podemos comprender estos tres temas, nunca mas dudaremos del implacable amor de Dios por nosotros
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