Buscar este blog

domingo, 26 de julio de 2009

Por sus frutos los conocereis



Dios te bendiga!!.

¿De qué trata la vida cristiana? Se trata de conocer a Dios y a Su hijo Jesucristo y dar fruto. En el evangelio de Juan, Jesús dijo:

Juan 15:16

No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.

También Pablo dijo en

Romanos 7:4
Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.


En la parábola del sembrador Jesús habla de los cuatro diferentes tipos de personas que escuchan la Palabra de Dios.
El segundo y tercero eran aquellos que fueron infructuosos, mientras que en el último, el loable, es el que “oye y entiende la Palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta y a treinta por uno.” (Mateo 13:23)

Por lo cual, lo que Dios planeó para los cristianos no era solamente creer y sin cambio alguno.
El ser solamente un tipo de árbol o dar el mismo tipo de fruto que daban antes. El hecho de que no demos fruto le importa a Dios.
Déjame repetir esto: Dios no tiene la intención de que solo vayas por la vida. Dio te hizo una criatura única, te dio dones, sí, a ti, únicamente, y te comisionó para que hicieras una cosa: para que fueras y llevaras fruto.
Pronto veremos cómo se hace, pero ten en mente que Dios ha dado dones a cada uno de sus hijos, desde el más joven hasta el más viejo, del más podre al más rico, desde el analfabeta hasta el más educado, Él les ha dado dones únicos y desea que llevemos mucho fruto.
Veamos de nuevo lo que el Señor dijo en Juan 15:

Juan 15:8
En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto”

Juan 15:1-2
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador... y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.”

El Padre se regocija cuando sus hijos producen fruto. Observa que tiene cuidado especial al podar, limpiar a todos aquellos que llevan fruto para que ¡lleven más! El Padre no quiere más ramas en la vid... quiere ramas fructíferas, no, ramas ABUNDANTEMENTE fructíferas, ramas que den fruto a su máximo potencial.
Hoy, muchos cristianos se hacen a un lado esperando que alguien más “se encargue del show” en lugar de ellos.
Un “profesional”, porque ellos no son.... “profesionales”, pero Pedro y los otros – la mayoría de ellos pescadores del primer siglo no eran profesionales en ese sentido.
¡No se graduaron de ningún seminario y ni siquiera lo necesitaban! ¡El único título que tenían era el de pescadores!
Hay algunos por ahí que aunque han creído, no se les ve que lleven fruto en su vida. Una vida cristiana sin cambio, es una vida cristiana sin fruto, son una contradicción de sí mismos.
Y con esto no quiero decir que cristianos apasionados con celo de Dios y su Palabra no cometen errores, ¡claro que sí!.
Pero cristianos apasionados rechazan el llamado masivo, que dice: “sigue la corriente... es suficiente con ir el domingo al templo, sentarse en la banca, cantar y escuchar el sermón, luego regresar a casa y olvidarse de todo hasta el próximo domingo”. Los cristianos apasionados no se arriesgan.
No se conforman con menos. Buscan a Dios y quieren crecer en Él, quieren acercase más y más a Él y a Su Hijo, quieren que Cristo se manifieste en sus vidas tanto como sea posible.
Los cristianos apasionados tienen, valga la redundancia, pasión por el fruto y visión por Cristo, y la novedad es que Dios quiere que seas como ellos, quiere que seas un CRISTIANO APASIONADO o por decirlo de otra forma un cristiano con pasión por Dios.
Un cristiano caliente, no uno tibio (Apocalipsis 3:15), que seas una rama fructífera que florece y da fruto a su máxima potencia. De eso se trata la vida cristiana.

Fruto: ¿Qué es?
Para ponerlo fácil yo diría que fruto es una vida cambiada, centrada en Cristo, una vida a la que hemos muerto a nosotros mismos para que Cristo viva a través de nosotros (Gálatas 2:19-20).
Una vida que busca complacer a Dios y no a uno mismo o a la gente; una vida cuyo tema central y prioridad es Dios. Veamos lo que dice la Escritura:

Gálatas 5:22-25
22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.


Lo que quiere decir con espíritu es el nuevo hombre, Cristo en nosotros. Vivir de acuerdo al nuevo hombre produce el fruto mencionado en los versículos anteriores, el carácter del nuevo hombre es el que Cristo tiene. Leamos

Efesios 2:10:

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.


Dios ya ha preparado de antemano las buenas obras en las cuales debemos andar. A cada uno de nosotros nos ha dado dones únicos, como un árbol plantado y destinado a dar fruto. El objetivo de esto es complacer al Padre y llevar fruto.

1 de Pedro 4:7:11

7 Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración.
8 Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.
9 Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones.
10 Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
11 Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

En este pasaje da instrucciones de “como ser” en varias cosas. Velad en oración, tener ferviente amor los unos a los otros, ser hospitalarios sin murmurar.
Observa también que cada uno de nosotros a recibido un don de Dios.
Dios a dado dones únicos a cada uno de Sus hijos.
Como cada una de las partes del cuerpo es única y puesta en su lugar con una función, así también cada uno de nosotros: hemos sido puestos por Dios en el cuerpo de Cristo, la iglesia, y hemos recibido cada uno dones únicos para funcionar ahí (1 de Corintios 12:12-27).
Y lo que Pedro nos dice aquí es simplemente una cosa: ¡FUNCIONA! Dios no ha dado dones a ciertos individuos solamente; no ha dado dones solo a tu pastor o sacerdote. Este pasaje no se refiere a un grupo específico de personas dentro de la comunidad cristiana.
Por el contrario, se refiere a todos los cristianos, ¡incluyéndote a ti! Observa que también dice que se ministren los unos a los otros. Yo te ministro a ti, tu me ministras a mí.
Hoy usamos la palabra “ministrar” para describir a alguien con un rol más que nada administrativo.
Así al pastor o el sacerdote de la comunidad de creyentes local se le llama “ministro”.
Es el único que se supone que puede ministrar, mientras que todos los otros que no son pastores ni sacerdotes y que no toman parte en la administración de la comunidad son los que reciben la ministración, pero ¿nunca pueden ministrar? Ésta es la idea que implícita o explícitamente reside en la mente de muchos.
Bueno, pues la noticia es que esta idea no es originada por Dios ¡ni es fundamentada en las Escrituras!
La idea que la Escritura promueve es la siguiente: cada uno de nosotros ha sido dotado por Dios de manera única y de la misma forma ha sido puesto en el cuerpo de Cristo.
En las Escrituras no existen tales cosas como clero o laicado.
Como dicen las Escrituras, todos nosotros somos sacerdotes de Dios.
Veamos cómo lo pone Pedro tan maravillosamente:

1 Pedro 2:9
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;

1 Pedro 2:5
“vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.”


Se espera que cada uno de nosotros funcione en su don, ministrando unos a los otros.
Lo que 1 de Pedro 4:7-11 nos dice es que te debes de ocupar en los dones que Dios te dio. Enfócate en tu don y ejercítalo.
No se trata de que si tienes un “ministerio” o no, porque en realidad ¡sí tienes uno!
¡Eso es un hecho! Y lo que Pedro dice es ocúpate en eso, ocúpate ministrando de acuerdo a tu don.
De nuevo, aunque lo anterior son frutos y puede que parezca que ocuparse haciendo o caminando producirá fruto, esta no es la imagen completa.
Ocuparse ejecutando nuestros dones presupone una relación viva con el Señor Jesucristo.

Filipenses 1:9-11
9 Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento,
10 para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo,
11 llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.

Los frutos de justicia “son por medio de Jesucristo” no por nuestras fuerzas. Además, su resultado es la gloria y alabanza de Dios.
Como Jesús explica en Juan 15, Él es la vid y nosotros los pámpanos:

Juan 15:4-5,8
4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.

Producir fruto, presupone que somos permanentes en la Vid. Y nosotros no somos la Vid.
¡Es Cristo! Nosotros somos los pámpanos, es imposible para un pámpano producir fruto si no permanece en la Vid.
Del mismo modo con nosotros, es nuestra unión con Cristo la que puede hacernos, los pámpanos, producir fruto.
En este caso, los pámpanos no son nada más que la forma en que la Vid produce fruto. Ministrar y ejercer las buenas obras que Dios preparó para nosotros presupone, por lo tanto, una relación apasionada con el Señor Jesucristo, a quien queremos complacer.
El enfoque no es precisamente en las obras mismas sino en Cristo, y a través de nuestra unión con Él, como permanecemos en Él, “por medio de Jesucristo” como la epístola de Filipenses dice, el fruto se hace evidente.
Avanzando un poco más en esto, Cristo habló de falsos profetas y dijo que los reconoceremos por sus frutos.

Mateo 7:15-20
15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.
18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.
19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.
20 Así que, por sus frutos los conoceréis.


Permanece en Cristo, porque el que permanece en Cristo y Cristo en él solo puede producir una cosa: ¡mucho fruto!
Fruto: Podar
No sé mucho de jardinería, pero sé desde que estaba en la escuela que para que una planta pueda producir fruto necesita ser podada de vez en cuando. Como quiera ésta no es una definición completa.
Buscando en internet encontré la siguiente definición en wikipedia: (ver:
http://es.wikipedia.org/wiki/Poda)


La Palabra habla sobre los falsos profetas (Mateo 7:5),
falsos Cristos (Mateo 24:24),
falsos apóstoles (2 Corintios 11:13),
falsos hermanos (Gálatas 2:4, 2 Corintios 11:20),
falsos maestros (2 Pedro 2:1),
obreros fraudulentos (2 Corintios 11:13).
Hay algo para identificar a este tipo de personas, me refiero al ¡fruto!, y el fruto bueno solo puede venir a través de “Jesucristo”.
Cualquier otro árbol, aunque pueda ser que hable de Dios, incluso de Cristo, puede producir fruto falso.
De esta manera, mi querido hermano o hermana, me gustaría animarte a buscar a Dios con todo tu corazón; a que apasionadamente busques crecer en tu relación con nuestro Dios vivo para luego ocuparte en lo que sea que Él haya preparado para ti.
El fruto del espíritu se llama asi porque el árbol es el Espíritu Santo, la nueva criatura, Cristo en nosotros.

No hay comentarios: