Buscar este blog

domingo, 1 de noviembre de 2009

PRINCIPIOS DE FE 1º parte EL DIOS QUE NO CAMBIA

Dios te bendiga!!.
Las personas cambiamos, el mundo cambia, la cultura cambia, pero Dios es siempre el mismo. El cambio se hace necesario en todo aquello que es imperfecto, necesita progresar y mejorar, lo cual no es el caso de la cultura y el mundo que empeoran con el tiempo, pero Dios nos pide a nosotros sus hijos que nos transformemos, que renovemos nuestros pensamientos, que crezcamos hacia la madurez que hay en Cristo. Pero Dios no necesita cambiar, Él es perfecto en todos sus caminos. Le dijo a su pueblo en el libro de:
Malaquías 3:6:
“Porque yo Jehová no cambio”,
y el testimonio de:
Hebreos 13:8 es:
“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”.
La Palabra de Dios no puede ser cambiada tampoco, la revelación está sellada y nada puede cambiarla, quién lo intente según Apocalipsis 22:18 y 19 solo traerá maldición a su vida.
Así que Dios no cambia, su Hijo no cambia y Su Palabra no cambia.
Esto es un gran consuelo y aliciente para nosotros.
¿Se imagina un Dios que hoy le da salvación y mañana se la quita, hoy le ama y mañana ya no?, sería como caminar en arenas movedizas, pero nuestra vida esta fundamentada en las promesas y realidades inamovibles de Dios.
Usted de siente bien y alza los ojos al cielo y allí están las estrellas, usted se siente mal y allí están las estrellas, siempre están ahí, incluso cuando no pueda verlas, ellas están ahí, no cambian.
Cuando era un niño y cuando es adulto siguen igual. Usted ha cambiado pero el cielo sigue igual.
Así es Dios, así es Jesús y así es la Palabra en donde están registradas las promesas de Dios.

LAS PROMESAS DE DIOS

¿Ha pensado alguna vez que las promesas de Dios no dependen de sus sentimientos sino de aplicar los principios involucrados para recibirlas? Los cristianos en este tiempo (y nos sólo los cristianos sino los occidentales en general), estamos muy influenciados por la cultura sensorial.
En muchos casos el “sentir” ha reemplazado al creer.
Se supone que se ha recibido porque se ha sentido, y si no se siente algo fuerte se supone que nada espiritual ha sucedido.
No hay nada malo con sentir, pero los sentimientos van y vienen con la velocidad de un rayo, son cambiantes como pocas cosas, de un segundo al otro podemos pasar de un sentimiento al otro sin siquiera darnos cuenta y sin tener casi incidencia en ello.
Si recibir de Dios dependiera de cómo nos sentimos, sería como un gran juego de azar impredecible.
Hay más de novecientas promesas en la Biblia para usted y todas ellas se reciben por fe, y solamente por fe.
Desde la salvación eterna hasta la más pequeña promesa se reciben por fe. Fe no es un sentimiento, puede involucrar sentimientos como cualquier cosa que el hombre haga, pero no es un sentimiento.
Es mucho más grande que eso.
Es lo mismo con cada realidad del ser humano.
Tener un hijo no es un sentimiento, involucra ciertos sentimientos en uno, ciertos sentimientos en otro, algunos en la mujer y otros en el hombre, pero la realidad de ser padres es la misma.
Usted es padre de ese niño, sin importar como se sienta. Un padre y una madre normales serán capaces de pasar por encima del miedo, la inseguridad o el sentimiento que sea para ayudar a su hijo si está en peligro, porque la realidad amor de padre es mayor.
Así es la fe, trasciende e incluye los sentimientos pues es una realidad mucho mayor y más estable. Esta es una de las primeras cosas a reconocer si vamos a crecer en la fe.
Las promesas de Dios se reciben por fe que es lo mismo que creer. Fe y creencia son la misma palabra en griego, pistis. Creer es un verbo y como tal demanda acción. Creer no es un pasivo esperar que algo suceda, es tomar acción sobre el mandamiento que libera la promesa.

MANDAMIENTO Y PROMESA

Un truco religioso es la obediencia a los mandamientos por si misma, obediencia como un fin.
Pero los mandamientos nos traen las promesas en concreción, ellas son las que traen gozo al corazón.
A veces el mandamiento puede no ser muy agradable debido a nuestra naturaleza carnal vendida al pecado, pero la promesa que es liberada por ese mandamiento es causa de gozo.

Hebreos 12:11
Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.

Aquí hay un principio de fe aplicable a toda la Palabra de Dios. Trabajaremos en adelante sobre varios principios inmutables de fe en la Palabra de Dios, pero aquí vemos que todo mandamiento es como una semilla que da fruto.
Aunque parezca ser causa de tristeza, aunque la semilla no parezca ser atrayente, cada vez que se trate de un mandamiento de Dios, el resultado de disciplinarse a obedecerlo, será fruto bueno de justicia.
¿Cuál es la promesa que libera el mandamiento? Obedezco pero no se muy bien para qué, entonces, al venir la tentación, no veo el gozo puesto delante de mi para soportarla y cedo. No tengo la mirada más allá del presente. Hago y hago pero pierdo el gozo y no obtengo la promesa, me falta aliento.

Jesús soportó el menosprecio en la cruz por el gozo puesto delante de él (Hebreos 12:2). Abraham obedeció ofreciendo a su hijo Isaac en el altar en la promesa de redención y resurrección
(Hebreos 11:17-19).
Moisés renunció a la gloria como príncipe de Egipto para sufrir con el pueblo de Dios porque tenía la mirada puesta en el galardón de Dios (Hebreos 11:24-26).
Pablo soportó todo tipo de aflicción por causa del supremo llamamiento celestial para el futuro
(Filipenses 3:13,14).
Y así fue con cada persona de fe en la historia espiritual, es un principio inmutable.
Ellos tenían la mirada en las promesas de Dios, por lo cual obedecieron hasta el fin.
Vea cada mandamiento en la Palabra de Dios y verá la promesa que resulta de él.
Dios no es un Dios que busca obediencia a ciegas, puede haber casos en los que no tenemos todo claro y obedecemos igual, pero sépalo, Dios siempre recompensa sus mandamientos con promesas que van mucho más allá del esfuerzo requerido para obedecer.
Como una semilla, es pequeña, pero el resultado de cultivarla es mucho más grande que ella misma.
Escoja al azar cualquier mandamiento en el Antiguo o Nuevo Testamento y verá que este patrón siempre se cumple.
Busque siempre la promesa del mandamiento y el mandamiento de la promesa.
Puede que no lo vea a simple vista y tenga que buscar un poco, puede que la promesa sea evitar consecuencias, pero siempre hay promesa.

Deuteronomio 30:19,20


19 A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia;
20 amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar.


Mandamiento:
Escoger la vida (lo cual implicaba obedecer los mandamientos que Moisés les acababa de dar), amando a Dios atendiendo a su voz y siguiéndole a él.
Promesa:
Vida para ellos (los cual implica vida eterna), vida prolongada terrenal, y habitar en la tierra prometida (implica prosperidad y paz allí)

Romanos 10:9

que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.


Mandamiento:
Confesar con tu boca que Jesús es el Señor y creer en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos

Promesa:
Serás salvo (ser salvo es nacer de nuevo, recibiendo el espíritu de Dios y vida eterna)
Este patrón se cumple con cada mandamiento y con cada promesa.
Para recibir cada promesa algo hay que hacer. Usted tiene que ser específico cuando se trata del mandamiento si espera recibir de Dios.
Si usted dice: “tengo que creer que Jesús es Dios si quiero ser salvo”, o “debo confesar que él se levantó a si mismo de la muerte”, no es lo que dice el texto de Romanos, no es lo que Dios dice.
Mucha gente no recibe porque no es específica, cree la tradición y cuando llega a la Palabra no puede discernir entre una cosa y la otra.
Si usted quiere ser salvo debe obedecer el mandamiento tal como está escrito.
Ni mucho menos debe pensar que la salvación depende de un buen sentimiento cuando va a al culto.
La salvación depende de la fe en la promesa específica de Dios que lo habilita para recibirla.
Por un lado debemos obedecer el mandamiento para recibir la promesa, por otro lado debemos saber y estar expectantes por recibir la promesa cuando obedecemos el mandamiento.
Dios no cambia, su Hijo no cambia y su Palabra no cambia, es por esta razón que nuestra naturaleza pecadora, débil y limitada puede cambiar.
Cambiar basándose en lo que cambia es un laberinto sin fin, una travesía imposible. Así es con la búsqueda de la felicidad y la realización fuera de Dios.
¿En que se basa? En los modelos actuales filosóficos, psicológicos y sociales del momento.
Pero tiempo atrás eran otros, y antes otros, y mañana serán otros. El verdadero cambio se basa en lo inmutable.

By Pablo Seghezzo
http://www.reconciliar.org

No hay comentarios: